A sus 79 años, don Miguel Gil dice ser el sastre más antiguo de Medellín.
Ahora la industria moderna arrinconó a los tradicionales sastres a la medida.
Algunos ayudantes de don miguel trabajaron en sastrerías ya desparecidas.
Con grave paciencia y esmero, poniendo de sí, toda la habilidad acumulada en sus callosas manos de sastre. Sentado en una vieja silla de madera, a la entrada de su taller en la calle ayacucho, asegura ser el sastre más antiguo. “en tiempos atrás por pobre que fuera la persona, estrenaba vestido y lucían muy elegantes… pero ahora las personas suelen usar vestidos alquilados”.
Era en la época de oro de los sastres a la medida, donde un sastre como él podría abrir su local.
Así es que desde 1956 la sastrería Miguel Gil Ossa ha sobrevivido al paso del tiempo en el mismo sitio. Cerca de la carrera Girardot. La amplia concurrencia mantuvo siempre abierta la puerta del taller.
Sentado frente a su maquina SINGER 1953 que aun hoy lo acompaña, pudo ver desde allí como los años demolieron cuadras enteras de las casas campesinas de enfrente. El sigue allí, pero el mundo es otro. A don miguel poco le preocupa la semana de la moda en Milán. Lo suyo es otra cosa. El pasado aun les brinda esperanza.
“el vestido clásico sigue siendo el mismo, ya no se usa a menudo el vestido cruzado de otras épocas, pero con seguridad volverá a la moda”
Don Miguel espera estar ahí cuando ocurra. Nunca se casó y todos sus ayudantes originales han muerto, ahora cuenta con 6 ayudantes todos mayores de edad y con no menos de 10 años de estar a su servicio.
Con toda la revolución de la economía y los precios de la competencia, ya no confeccionan más de 3 vestido semanales “antes hacíamos hasta 10 en la semana, pero la clientela ha bajado” ¿espera hacer algo al respecto? NO. Sentencia. “yo ya termino aquí los tres o dos años que me faltan”.
Ahora la industria moderna arrinconó a los tradicionales sastres a la medida.
Algunos ayudantes de don miguel trabajaron en sastrerías ya desparecidas.
Con grave paciencia y esmero, poniendo de sí, toda la habilidad acumulada en sus callosas manos de sastre. Sentado en una vieja silla de madera, a la entrada de su taller en la calle ayacucho, asegura ser el sastre más antiguo. “en tiempos atrás por pobre que fuera la persona, estrenaba vestido y lucían muy elegantes… pero ahora las personas suelen usar vestidos alquilados”.
Era en la época de oro de los sastres a la medida, donde un sastre como él podría abrir su local.
Así es que desde 1956 la sastrería Miguel Gil Ossa ha sobrevivido al paso del tiempo en el mismo sitio. Cerca de la carrera Girardot. La amplia concurrencia mantuvo siempre abierta la puerta del taller.
Sentado frente a su maquina SINGER 1953 que aun hoy lo acompaña, pudo ver desde allí como los años demolieron cuadras enteras de las casas campesinas de enfrente. El sigue allí, pero el mundo es otro. A don miguel poco le preocupa la semana de la moda en Milán. Lo suyo es otra cosa. El pasado aun les brinda esperanza.
“el vestido clásico sigue siendo el mismo, ya no se usa a menudo el vestido cruzado de otras épocas, pero con seguridad volverá a la moda”
Don Miguel espera estar ahí cuando ocurra. Nunca se casó y todos sus ayudantes originales han muerto, ahora cuenta con 6 ayudantes todos mayores de edad y con no menos de 10 años de estar a su servicio.
Con toda la revolución de la economía y los precios de la competencia, ya no confeccionan más de 3 vestido semanales “antes hacíamos hasta 10 en la semana, pero la clientela ha bajado” ¿espera hacer algo al respecto? NO. Sentencia. “yo ya termino aquí los tres o dos años que me faltan”.
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