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El funeral de mil y una hoja




Atolón de Andrea Doria

Todo es cohesión. Nunca se habló tanto de unidad, calentamiento global, integración del medio ambiente, el mundo en que vivimos los seres humanos, y jamás estuvo todo tan amenazado como ahora. Hace unos dias caminaba por la Roma que me enamoró, exactamente por la vía Nomentana en busca del estacionamiento muy cerca de dos villas. Esperaría el bus 60 ó 62 como me indicó mi amigo. Por un momento escuche el ruido, los pitos y la bulla de la gente, camine mas despacio percatada de cubrir muy bien mi cuello para evitar el frio, sentí que mis zapatos aplastaban sin piedad a miles de hojas casi secas, casi tostadas. Pense ! Que sentirán… soy tonta nos sienten nada.

No siempre es agradable creer en fantasias o locuras, entonces llegue a la estación y me senté en una silla metálica, fria como las personas a mí alrededor. Pasaron unos minutos y lentamente una hoja callo presimante sobre mis manos las cuales escondía un poco en la ropa para calentarlas. Tomé la hoja, la observe detenimante y algo la hizo especial. Esa hoja quería vivir! Sí, eso pensé.

Miré la calle que estaba cubierta de muchas mas hojas, algunas arrinconadas, hechas pedazos y humedas, otras que aún tenián la libertad de volar en con el viento buscando un destino. Alguna vez escuche que una hoja es el proceso completo mediante el cual un árbol se siente vivo y diferente. Las hojas lo hacen simpático, triste, mechudo o calvo, como a las personas. Las hojas son su sello personal. La hoja se alimenta tanto como las raices del árbol quieran, pero el mismo tiempo las hace caer y las desconecta de esa relación profunda con la tierra. La tierra, esa tierra prometida, esa tierra de lo que somos y nos convertiremos.

Pero finalmente estas hojas estaban en el frio pavimento de asfalto que les impide volver a su origen, a la tierra y las obliga a seguir en un mundo lleno de egoismo y envidia, de odio y de codicia. Por suerte tenia una hoja en mis manos que tal vez tendría un destino diferente , el destido que merece. Subí al autobus con mi hoja grande, entre verde y café con muchos quebrantos; la llevaría conmigo y tan pronto encontrara tierra ahí la dejaría, para no creer que murió sin cumplir su último deseo, volver a ser en esencia tierra café y húmeda, abono de la vida.

Por muchas horas estuvo conmigo y no halle tierra en la Roma de las mentiras talladas y las verdades esculpidas, ahora esa hoja corría la misma suerte de las demás, y yo soy la culpable de no poderla liberar, ahora estará en este mundo de cohesión , en un canasto de basura donde no sé si valga la pena vivir!. Ahora esa hoja esta con los seres humanos que tendrá que conocer de mas cerca aúnque no comprenda del todo por qué hace esto, se sentirá diferente y sentirá la indiferencia del ser que se halla en su propia piel. Ese ser humano que soy yo; Yo que asistí a su funeral.

2 comentarios:

  1. Anónimo10:38

    Un cuento que parece de ecologìa, pero escondiendo una reflexion tambien sobre la natura humana, que en su caida por el mundo dificilmente encuetra el justo destino que la pariò. Parece que todos los finales son iguales, que la muerte tenga la misma cara, pero no es asì. Me ha gustado mucho la sensacion de frio umedo y de abandono que recorre todo el cuento que solo un poco se mancha de una pequena llama de calor hecha del cuidar de manos ajenas.

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  2. Amigo lector eres ese calor, me da fuerza para escribir.

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Es tu arrecife de coral y aquí dejas tu huella marinero...