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Roma que pasea Primera Parte





Atolón de Andrea Doria


Roma tiene algo que encanta pero los turistas no saben con certeza de que se trata. No está claro si se debe a su importancia histórica enorme por ser cuna de la civilización occidental. Si es por las ruinas de su antiguo esplendor, tener incalculables obras de arte. Si porque en ella se encuentra el Vaticano, que constituye un estado independiente y soberano, centro de la Iglesia Católica. O si es acaso es su gente o que sus restaurantes son como templos sagrados donde se rinde culto a una de las mejores cocinas de Europa.

No esta claro aún para muchos viajeros esa extraña atracción que guardan por la ciudad que antiguamente fue capital del Imperio Romano, y hoy es capital del estado moderno de Italia. Y es que ni la permanente bruma que en temporada de invierno no deja que el sol brille en los rostros de los casi los tres millones de habitantes, impiden que esta ciudad cautive a todos sus visitantes, incluyéndome.

Es la una de la tarde, es la hora a la que llego al aeropuerto Leonardo da Vinci en Fiumicino, debo hacer tiempo hasta las ocho de la noche mientras me recoge mi amigo Andrea que regresa precisamente de otro viaje, y a quién quiero dedicar esta crónica. Como buena viajera me dirijo a la Terminal de trenes que esta a escasos minutos, hay dos opciones un tren que hace paradas que cuesta 5,50 Euros y el Leonardo Express cuyo tiquete cuesta 12 Euros , ambos acercaran a la estación Tiburtina y Terminí respectivamente; esta última es el punto de acopio de los mas de 20 trenes.

Existen otras estaciones en el área urbana como Ostiense, Trastevere, San Pietro, Tuscolana entre otras. Como no conozco mucho decido ir en Leonard Express y en menos de media hora estuve en el destino. Recorrí Terminí ahí se encuentran muchas tiendas, librerías y por supuesto un punto de información turística donde me obsequiaron el mapa de Roma que me acompañaría en el resto de mi visita.

A las afueras de Terminí se hallan las estaciones de las diferentes rutas de buses que van a los barrios y otras rutas turísticas que te pasean por Roma. Antes de ir a Roma lo ideal es buscar información de los lugares y horarios a los que salen las rutas turísticas, y si usted es de los que prefiere conocer por su cuenta documentarse con un buen mapa y el número de las rutas que van a los destinos de su interés.


Yo recomiendo caminar, puesto que de esta forma se acerca mas a las personas, se observa y detalla esas cosas casi ocultas y lindas que se pierden en un recorrido en bus. Imagina que te encuentras ante un manuscrito de Calderón, de Lorca o Buero-Vallejo... es un descubrimiento maravilloso: contemplar su letra, los diálogos, las correcciones y anotaciones, el tipo de papel... y disfrutar de su contenido. Forma y significados únicos. Y así también te puedes sorprender descubriendo Roma como experiencia directa, perderse en sus calles.

Ansiosa me aventuro a caminar a pesar de la lluvia, Roma es una ciudad fácil de transitar y mi primer recorrido lo llamo La Roma Renacentista y Barroca. Lo primero que me encuentro es la Plaza de la República situada muy cerca de Terminí y de la estación de tren Barberini, desde allí me adentre en Roma por mas de cuatro horas y entre muchas cosas me encontré con: La Piazza Navona; plaza maravillosa, grande, majestuosa y monumental. Si puedes tómate un café en cualquier cafetería con mesas al exterior y deja pasar el tiempo.

Merece la pena pararse a ver la Fontana de Quattro Fiumi de Bernini que representa los ríos Nilo, Danuvio, Ganges y Rio de la Plata. Junto a la fuente se puede disfrutar de la Iglesia de Sant´Agnese in Agone de Borromini. En el sur de la plaza están la Fontana del Moro y la de Nettuno. Este lugar es muy lindo en Navidad con su mercado típico.

Mas adelante me encontré con El Panteón; es uno de los edificios romanos mejor conservados con sus columnas corintias y su frontón triangular que oculta la cúpula. El Panteón es un sitio fantástico para vivir varias experiecias romanas en un radio de pocos metros. El Panteón se sitúa en la Plaza Rotonda y la entrada es gratuita. Recomiento situarse a la salida del Panteón, dejando éste a nuestras espaldas y mirando a la fuentecita de la plaza. En el lateral izquierdo del Panteón hay un pequeño restaurante de Pizza al Corte para comer rápido y barato. La lasaña que allí me gustó mucho.

De frente verás dos calles que salen de la plazita. Coge la de la izquierda y encontrarás una de las mejores heladerías de Roma, deben saber que me gusta mucho el helado, no importaba el frio, después de caminar mucho vale la pena . Si miras al frente y un poco a la izquierda, en una calle que sale de la plaza verás una cafetería donde probar un buen capuccino de Roma o si hace mucho calor una granizada de café con nata: se llama Tazza d´oro.

Volviendo al mirar al frente hay un Macdonalds camuflado( particularmente no me gusta, pero espero sirva de información) y entre éste y la fuente central hay una fuentecita de agua fresca y potable ideal para apagar la sed, tienen que saber que el agua de Roma es sumamente potable y las fuentes se alimentan de agua natural.

Otro punto ideal para ser visto es la Piazza di Spagna; La plaza se sitúa en pleno centro de Roma. El metro ideal para llegar es la parada "Spagna". Pero a pie no es lejos. La zona que rodea la plaza es interesante como la Via Condotti y muchos restaurantes. En la Plaza de España número 26 se puede encontrar un pequeño museito bastante curisoso dedicado a los poetas románticos ingleses Keats,Shelley y Byron, el precio de entrada es 3, 50, desafortunadamente por ser domingo no abre.

Antes leí mucho sobre la Fontana di Trevi y tuve mucha curiosidad de conocerla, no está tan lejos desde terminí; la Fontana es la fuente más famosa del mundo, tras girar aquella esquina y encontrarte de frente con esta fuente parece que se para el tiempo.

Cerca de estos lugares hay mucho para ver, en cada calle hay un monumento, una estatua, una casa con arquitectura deslumbrante, muchas fuentes. Toda una experiencia visual. La maestría de Bernini se observa en cada esquina. Entre otras cosas se podría hacer un recorrido cuyo interés sea Bernini en Roma, porque realmente son tantas las obras y sumamente hermosas.

Ya eran cerca de las seis de la tarde, y quice regresar a Terminí allí estuve recorriendo los almacenes y comí algo en el lugar. Cerca de la ocho me acerque al lugar donde se puede guardar el equipaje, detalle que olvide al inicio; aquí cobran por horas pero es muy útil.

Tengo que decir que el único problema de Terminí es que no hay baños públicos, y debes pagar casi un euro para usar uno. A las ocho y media llego Andrea y yo casí moría del cansancio. Como les conté antes a las afueras están las rutas de los buses, esta vez tomamos la Ruta 60 que va por la Vía Nomentana y menos de diez minutos estuvimos en casa.

Es principio de diciembre y el día es lluvioso, pero no importa, hoy tengo que conocer un lugar que vi en televisión cuando era mas chica y del cual me enamoré, mi padre me dijo que ahí dentro siempre habían leones que se comian a los niños que eran traviesos, es el Anfiteatro Flavio, conocido como Colosseo.

Tome la ruta 62 que me llevo cerca al centro, luego me aventure en el tren hasta la estación que da justo frente al Coliseo . Esta construcción representa desde siempre uno de los emblemas de la grandiosidad y del poder de la Antigua Roma. De todos los monumentos y obras de arte con que Roma fue embellecida el Colosseo se presentó ante mis ojos de niña como una construcción mágica que me encantó.

He consultado que el Colosseo fue iniciado por Vespasiano el año 72 d.C. y lo terminó su hijo Tito en el 80 d.C. A mediados del s. V un terremoto lo dañó y Valentiniano IV lo restauró. Durante los siglos XV y XVI fue saqueado y su mármol fue empleado para realizar otras construcciones. En esta época alcanzó su máximo deterioro. En 1750 fue declarado lugar sagrado por Benedicto XIV al ser un lugar en el que fueron martirizados algunos de los primeros cristianos.

Después, bajo Gregorio XVI y Pío IX, fueron ejecutados notables trabajos de restauración y refuerzo del monumento. El Venerable Veda, en el siglo VIII hizo una profecía: "Mientras esté el Colosseo, Roma estará, cuando el Colosseo caiga, Roma caerá y se terminará el mundo" ¿Es una profecía verdadera? A mí me gusta creer que sí.

Al lado del Colosseo está la interesantísima Domus Aurea, los Palacios de Palatino y los conocidos Foros.

Como era algo temprano me fui al Vaticano, a conocer uno de los lugares que para muchos turistas es de los más bonitos de Roma: La Basílica de S. Pedro. Para llegar se puede coger cualquier autobus que vaya a la Piazza del Risorgimento o el metro en la parada Ottaviano. En la vía que conduce a la plaza me encontre con una anciana que pedia limosnas, no podía creer que existiera esto tan cerca del Vaticano. Y los diezmos?.

La plaza es de acceso libre al igual que la Basílica que abre de siete a seis de la tarde (de abril a septiembre hasta las siete). si se animan ir a la Cúpula deben saber que hay que subir más de trescientos escalones pero al final es gratificante, se pueden sacar unas buenas fotos
La subida a la cúpula sí es de pago y su coste es de 5 euros sin ascensor o 7 con ascensor.

La enorme plaza abraza a la cristiandad con sus columnatas. Fué proyectada por Bernini en el siglo XVII y cuenta con 285 columnas y 140 estatuas de santos.
La Basílica suele estar llena de visitantes, curiosos y fieles que concurren a alguna de las misas constantes que se suceden en las capillas anexas o acuden a los confesionarios permanentes en las más diversas lenguas.

Es fundamental ver la Piedad de Miguel Angel, el Trono de San Pedro de Bernini y por supuesto el Baldacchino de este mismo autor situado frente al altar mayor construido en bronce.

Otros lugares para ver son la Capilla Sextina, que se sitúa en el interior del recinto de los museos vaticanos, estos son s son enormes y para conocerlos a fondo se requiere más de un día. Se encuentran a cinco minutos a pie de la Plaza de San Pedro y tienen una estación de metro específica: Cipro-Musei Vaticani. El precio general de la entrada es de 14 euros, con diversas reducciones.

En este pequeño país todo se cobra, que ironía. A mí realmente no me gustan las ideas paradigmaticas y conservadoras del catolicismo. Así que voy de este pequeño Estado feudalista.

A la salida hay un poco de sol y camino un poco y hay muchas tiendas para comprar regalos y pequeños recuerdos, un detalle que puede servir es que a la salida de la Plaza esta el correo del Vaticano desde donde se pueden enviar hermosas postales y bobaditas, lo que se necesita es dinero.

De regreso tomo el tren hasta la estación Flaminio, tengo que decir que muchas cosas me han gustado, pero siempre expreso lo que no me gusta, seguro en Roma hay un sitio que no me gusto demasiado; se trata de la Vía del Corso. Reconozco que no me gusta ir de compras pero prefiero el bullicio de otros mercadillos atiborrados de gente, más variedad y menos ‘oficiales', Via del Corso me recuerda el paseo principal de un pueblo en la que a una cierta hora salen todos a mostrarse. Podría ser, además, una calle de cualquier ciudad del mundo si no iniciase en la estupenda Piazza del Popolo que está a pocos pasos de la estación en la que baje, en castellano significa Plaza del Pueblo.

La Vía del Corso es clave para los que quieran caminar más, ya con muchos días en Roma entiendo que si voy directo por esa calle se puede llegar a Piazza Colonna, al Parlamento, al centro de Roma. Al otro extremo se encuentra la Piazza Venecia y más a la derecha el Campo dei Fiori o Campo de Flores; hay que caminar mucho, pero también hay rutas. En Campo dei Fiori hay por las mañanas un típico mercado y unas 'pizzerie' muy buenas en las que se puede también comer un buen plato de pasta.

Quiero decir que aunque viajo sola, En roma los viajes en grupo pueden convertirse en una verdadera celebración. Viajando juntos, por los más diversos motivos: familiares, negocios, cruceros, escolares, amigos... se puede crear una experiencia única de colaboración, de intercambio, de enriquecimiento que haga de esta vivencia una memoria continua y fuente de nuevos encuentros. El viaje se convierte entonces en una estupenda excusa para hacer otro viaje más allá de los lugares físicos, hacia las personas.

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